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A partir de la finalización de la Segunda Guerra Mundial, la política mundial se polarizó. Los Estados más poderosos del mundo se agruparon en dos bloques: el capitalista u occidental, liderado por los Estados Unidos de América, y el comunista u oriental, liderado por la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas.
Ambos bloques se embarcaron en una competencia permanente para obtener la hegemonía del poder y para demostrar las ventajas de cada sistema político y económico. En esa competencia, tanto Estados Unidos como la Unión Soviética se veían mutuamente como una amenaza y cada uno buscaba neutralizar el poder del otro.
Conocemos ese período como “Guerra Fría” porque, si bien la acumulación de armas y amenazas fue masiva, no llegó a haber enfrentamientos efectivos.
La competencia entre los bloques capitalista y comunista se desarrolló en todas las áreas: militar, política, cultural, deportiva y científica.
En ese contexto, la carrera por la conquista del espacio que se desató entre ambos bandos llevó los avances en ese campo hasta lugares insospechados. En parte, porque la demostración de poderío científico y tecnológico funcionaba como una amenaza discreta, ya que los descubrimientos en comunicación, mecánica, ingeniería, física, etcétera, necesarios para desarrollar las naves espaciales, eran aplicables también en la construcción de armas.
Además, durante la Guerra Fría, el espionaje fue una actividad común entre los bloques capitalista y comunista. Uno de los objetivos del desarrollo de satélites que orbitaran alrededor de la tierra con equipos de comunicación fue espiar las actividades de otros países.
A partir de la década de 1950 y hasta mediados de la década de 1970, las dos potencias mundiales intentaron superarse una a la otra en logros que, muchas veces, buscaban tener un fuerte impacto propagandístico que repercutiera en la opinión pública. Así, el área de exploración espacial se transformó en una carrera por ser la primera potencia en enviar un ser vivo al espacio, la primera en enviar un ser humano, la primera en enviar una mujer, la primera en lograr un alunizaje, etcétera.
Esta carrera se debilitó hacia mediados de la década de 1970, y en 1972 ambas potencias iniciaron un proyecto conjunto, el Apolo-Soyuz, que logró el acoplamiento de una nave estadounidense y una soviética en el espacio, en 1975.
Las investigaciones desarrolladas durante la carrera espacial encontraron aplicación comercial en muchos elementos que disfrutamos hoy en día en nuestras vidas cotidianas. Algunos de ellos son: tecnologías para aprovechar la energía solar; componentes de los celulares; tejidos térmicos y con filtros solares; alimentos deshidratados; sistemas de comunicación; desinfectantes y muchos más.